‘Todas las formas son impermanentes. El único lugar donde
puedes experimentar el flujo de la vida es en el Ahora’
Proverbio
Zen
Para poder llegar a expresar lo que quiero compartir con
vosotros, me gustaría que en primer
término pudierais visualizar un lago u océano. Imaginemos tanto la superficie
como la profundidad más absoluta del mismo. Estos opuestos van a representar nuestros
estados mentales y de ser.
La situación externa de nuestra vida, y lo que allí ocurre,
es la superficie del océano. A veces está en calma, otras agitada, dependiendo
de las estaciones, ciclos, etc... Sin embargo y por el contrario, en lo
profundo, el océano se mantiene inalterado. Nosotros somos el océano al
completo, no solo la superficie, y tenemos la oportunidad de estar
constantemente en contacto con nuestra profundidad, que permanece absolutamente
en quietud. No nos resistimos al cambio aferrándonos mentalmente a toda situación.
Nuestra quietud interior no depende o no debe depender de
ello. Habitamos en el Ser, inmutable, intemporal, inmortal, y no dependemos del
mundo externo, de las formas externamente cambiantes para sentirnos bien,
felices y satisfechos. Podemos disfrutar de las formas, jugar con ellas, crear
nuevas, apreciar incluso la belleza de las mismas… pero no necesitamos
apegarnos a ellas.
Durante la práctica, si me planteo algún objetivo es
precisamente este; que el ruido
exterior, que la forma en el movimiento o técnicas e intenciones (buenas o no)
del Uke, no perturbe la quietud que reside en lo más profundo de nosotros y que los efectos ‘superficiales’ no alteren
nuestro estado de Ser.
Para mí lo interesante de la práctica, al igual que en la
vida misma, es que nuestra percepción del mundo y del entorno es un reflejo de
nuestro estado de conciencia y ésta se refleja tanto en nuestra práctica como
en la interacción con las otras personas que forman parte de ella (ukes).
A veces tanto el ‘mundo’ que creamos alrededor de la
práctica como el de fuera de ella lo vemos con una mente ‘egoísta’ con lo que
es fácil que nos parezca del todo ‘imperfecto’ y proyectemos responsabilidades
fuera de nosotros. Pero lo que percibimos es solamente una especie de símbolo,
como la imagen de un sueño. Así es como nuestra consciencia en muchas
ocasiones, interactúa mentalmente con la energía que tenemos en nuestro alrededor...
El verdadero cambio ocurre dentro, no fuera. En lo
profundo de nuestro océano. Con lo que no debemos de perder de vista que aunque
nuestros ojos enfocan hacia el exterior, no debemos enfocarnos exclusivamente
en lo externo dado que corremos el riesgo de encontrar mayormente frustración e
incluso desesperación. Sin un cambio profundo de consciencia, llevamos el
riesgo de caer en un ‘pozo sin fondo’…
Estoy convencido de que debemos ser conscientes de que
así como no podemos luchar contra la oscuridad, tampoco podemos luchar contra
la inconsciencia; si caemos en este error, o por lo menos para mí lo es, los
polos opuestos se fortalecerán, y lo que es peor, corremos el riesgo de
identificarnos con una polaridad, creándonos un enemigo llamado ‘inconsciencia’
con lo que nos veremos más arrastrados hacia ella…
Cuando nuestra situación en el tatami al igual que en la
propia vida nos empieza a resultar insatisfactoria, es el momento de mirar
hacia en lo más profundo que reside en nosotros para romper el ‘patrón de
resistencia inconsciente’ que mantiene y perpetua esta situación.
Resistirse,
es proyectar la negatividad que llevamos dentro a través del vehículo de la
mente; es conectar con la superficie del océano; es observar como todos los
ciclos, estaciones, etc… nos afectan e incluso nos hunde. La Resistencia es la
Mente.
La rendición entendida como quietud, como pausa, es
perfectamente compatible con la acción, con iniciar cambios o alcanzar objetivos:
la única diferencia es que en este estado, nuestra acción fluye desde una
energía completamente diferente, de hecho se convierte en un tipo de energía que
conecta con nuestro Ser y que conecta más profundamente con el Presente, lo que
significa que es un regalo.
La No-Resistencia,
palabra ‘compuesta’ que estamos más que acostumbrados a escuchar constantemente
como parte de la definición del AIKI, realza enormemente la cualidad de nuestra
consciencia, de nuestro ser, de nuestro presente, de nuestro tiempo que es el ahora, y no el ayer, mañana, tiempos
pasados y/o venideros sino el ahora,
y que por lo tanto es la cualidad de lo que estemos realizando o creando en ese
momento. El estado de consciencia en este momento preciso, la quietud que
albergue en nosotros, la no-resistencia que generemos es el principal
determinante del tipo de acción futura que experimentaremos, tanto en la vida
como en la reacción de nuestro UKE en términos marciales.
Como punto final, insistiría: empieza por reconocer que hay resistencia. Estemos presente cuando
aparezca, observemos el proceso de pensamiento implicado. Sintamos la energía
de la emoción, tanto la negativa dirigida desde el Ego como la resistencia. Comprobemos
que no tiene ninguna utilidad. Ahora miremos en nuestro interior y apliquemos quietud,
la No-resistencia.
Al centrar nuestra atención en ella, la resistencia inconsciente
se hará consciente, o por lo menos estaremos en el camino para llegar a tal fin…
Joan
Rubio Mulero
MUSUBIKAI
AIKIDO BADALONA
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